miércoles, 20 de enero de 2010

Los omega 3 frenan el envejecimiento celular


También conocidos como vitamina F, los ácidos grasos omega 3 han demostrado su capacidad para alargar la vida de los enfermos coronarios. Sin embargo, no estaba claro cómo lo hacen. Ahora, un estudio publicado en 'JAMA' indica que la presencia de altos niveles en sangre de estas moléculas protege a los telómeros, unas estructuras situadas en los cromosomas relacionadas con el envejecimiento celular.

La Asociación Médica de Estados Unidos recomienda aumentar la ingesta de ácidos grasos omega 3 como herramienta para prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares tras comprobar su capacidad para aumentar la esperanza de vida de los pacientes que las sufren. Entre los posibles mecanismos subyacentes a este fenómeno están acciones antiinflamatorios, antihipertensivos o antiplaquetarios, pero lo cierto es que se desconoce cómo funcionan exactamente.

Un grupo de investigadores de la Universidad de California (San Francisco, Estados Unidos) pensaron que este efecto protector podría tener que ver la longitud de los telómeros, un marcador de la edad biológica. Estas estructuras son secuencias repetitivas de ADN que forman una especie de tapa protectora en el extremo de los cromosomas, "como el tope de plástico que se pone en el extremo de los cordones", explica Ramin Farzaneh-Far, líder del estudio.

Cada vez que una célula se divide todo su material genético se debe duplicar. En ese proceso, los telómeros suelen acortarse. Con el paso del tiempo, cuando su longitud llega a un punto crítico, la célula muere. Conocer cuánto miden los telómeros es pues un buen indicador del envejecimiento de un organismo.

Telómeros más largos, células más jóvenes
Procedentes de un gran estudio que está analizando la relación de los factores psicosociales con las enfermedades cardiovasculares, los investigadores seleccionaron a 1.000 sujetos que padecían alguno de estos trastornos y midieron sus niveles en sangre de ácido decosahexaenoico (DHA) y eicosapentaenoico (EPA). Después, midieron la longitud de los telómeros de sus leucocitos (glóbulos blancos). Cinco años después, volvieron a medirlos.

Los resultados, después de ajustarlos frente a posibles factores de confusión, sugieren que de alguna forma la presencia de omega 3 en la sangre ralentiza el ritmo al que se acortan los telómeros. Aquellas personas que al inicio tenían las mayores concentraciones sanguíneas de estos ácidos grasos, al cabo de cinco años habían sufrido una menor destrucción de estas estructuras, comparado con los que tenían los niveles más bajos.

Para verificar este fenómeno y averiguar cómo se produce exactamente serán necesarios nuevos estudios. Mientras tanto, los autores apuntan dos posibles explicaciones. Que los omega 3 frenen de algún modo el estrés oxidativo, "un potente conductor del acortamiento de los telómeros", o que aumenten la actividad de la telomerasa, la enzima que alarga estas estructuras.

"En resumen –concluye el trabajo-, en pacientes con enfermedad coronaria estable, existía una relación inversa entre los niveles en sangre de ácidos grasos omega 3 y la tasa de acotamiento de los telómeros al cabo de cinco años".

La fauna llegó a Madagascar en balsas naturales


El modo en el que mamíferos como los lémures, los zorros o las mangostas rayadas llegaron a la isla de Madagascar siempre ha sido un misterio, dado que este pedazo de tierra se desprendió del continente africano hace más de 120 millones de años. Dos investigadores de las universidades de Purdue (en Indiana, EEUU) y de Hong Kong están convencidos de que lo hicieron a bordo de balsas naturales que les llevaron mar adentro.

Matthew Huber y Jason Ali han llegado a esta conclusión, que publican esta semana en 'Nature', mediante una simulación informática sobre cómo debieron ser las corrientes oceánicas en el Canal de Mozambique en el pasado, las mismas que les dirigieron hasta la gran isla en poco tiempo, dado que debieron ayunar durante el viaje.

La teoría de la fauna marinera no es nueva. Desde 1915 ha sido planteada por los científicos, aunque hay otros que piensan que los animales llegaron a Madagascar por un puente de tierra que la unía con el continente y que después desapareció.

El hecho de que primates, roedores y otras especies fueron a bordo de ramas de árboles o matas de vegetación, implica que hicieron el largo viaje en un estado de hibernación en el que gastaban poca energía, como los osos en invierno.

Pruebas físicas
Los investigadores se apoyan en un trabajo publicado en 1940, por el paleontólogo George Gaylord Simpson, que pensaba que la colonización se produjo en un largo periodo geológico. Una vez que los 'nómadas' llegaban al nuevo mundo, la cuarta isla más grande del planeta, sus descendientes evolucionaron de formas distintas, algunas muy extrañas. "Ahora hemos probado que el argumento de Simpson es creíble desde el punto de vista físico", señala Huber.

Madagascar se encuentra a unos 460 kilómetros de distancia de Mozambique, en la costa este africana. Su aislamiento y la gran variedad de su terreno (hoy prácticamente deforestado) lo ha convertido en un laboratorio vivo muy apreciado por los investigadores para estudiar el impacto de la geografía en los procesos evolutivos.

De hecho, tiene el mayor número de especies endémicas (únicas), después de Australia. Sólo de lémures hay más de 70 distintas y el 90% del resto de los mamíferos, anfibios y reptiles son únicos en sus 587.000 kilómetros cuadrados.

Se sabe que la población animal llegó mucho después de la separación, hace unos 65 millones de años, pero la teoría de las balsas siempre ha sido muy debatida porque las actuales corrientes y vientos predominantes en la zona llevan hacia el sudoeste, lejos de la isla.

También se sabe que allí no hay grandes animales, como jirafas o elefantes, sino especies pequeñas, como lémures, roedores o mangostas que aparecieron en ocasionales oleadas de inmigración más que en una llegada paulatina y mezclada.

Ali observó que la tectónica de placas hacía muy difícil que hubiera habido un puente de tierra, pero que las corrientes superficiales podían haber cambiado. Por ello contactó con Huber, un paleoclimatólogo de la Universidad de Purdue experto en corrientes oceánicas. Huber es capaz de saber cómo eran éstas cuando el planeta era mucho más caliente.

El profesor podía demostrar que hace entre 20 millones y 60 millones de años, cuando los científicos han determinado a los antepasados de animales actuales llegaron a Madagascar, las corrientes fluyeron hacia la isla. Su modelo demostró que, además, eran lo suficientemente fuertes como para que la fauna llegara antes de morir de sed y hambre. Si, además, iban entumecidos o hibernación, las posibilidades eran mayores.

Su ordenador incluso señaló las áreas de ciclones tropicales, capaces de arrastrar árboles al océano. "Todas las pruebas indican que el océano pudo llevar balsas con animales hasta Madagascar en el Eoceno", apuntan los autores.

Ali cree que el estudio también ayudará a entender el movimiento de especies animales en otras partes del planeta en un momento en el que las masas continentales iban a la deriva.

jueves, 14 de enero de 2010

Hallan un nuevo planeta extrasolar por casualidad


Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid han descubierto el planeta extrasolar más joven localizado hasta ahora en torno a una estrella. El hallazgo, que se ha publicado en la revista 'Astronomy and Astrophysis', se produjo por casualidad, pero cubre un vacío científico en las edades estelares.

María Magdalena Hernán Obispo, que realiza su tesis sobre la actividad magnética de las estrellas jóvenes y ha dirigido este trabajo, se topó con el astro cuando analizaba la velocidad radial de la estrella BD+20 1790, en la constelación de Géminis, con los datos que había tomado en los observatorios de Calar Alto (Almería), el Telescopio Nazionale Galileo (La Palma) y el Liverpool Telescope.

Esta técnica, de análisis de la velocidad radial, es la que ha servido para descubrir el 90% de los más de 430 exoplanetas que se conocen. "En este caso, observé que esa velocidad no variaba en el periodo que correspondía a una estrella de este tipo, así que tenía que ser un planeta. No lo buscaba, pero lo encontré", reconoce la investigadora.

Con la colaboración de otros astrofísicos de la Complutense y otras instituciones, ha averiguado que el planeta, bautizado BD+20 1790 b, tiene únicamente 35 millones de años y se trata de un 'Júpiter caliente', es decir, un gigante gaseoso (con seis veces la masa de nuestro Júpiter) que está situado muy cerca de su estrella.

Hernán Obispo explica que su especial interés radica en que es un planeta muy joven, por lo que puede ayudar a entender cómo se produce su formación a partir de los discos de materia que rodean las estrellas y que se disipan a los 10 millones de años. El BD+20 1790 b, que aún está en su etapa infantil, será de gran utilidad para comprender mejor cómo, cuándo y dónde se forman estos astros.

De hecho, el anterior exoplaneta más joven, de la estrella HD70573, se estima que tiene 100 millones de años, tres veces más que el ahora localizado. "Podemos decir que se trata del 'eslabón perdido' entre una estrella en la que se están formando los planetas y un sistema como el Sol, con muchos miles de millones de años", añade la astrónoma.

Tras este gran hallazgo, Hernán Obispo, de 36 años, ya prepara otros dos artículos científicos sobre el mismo astro, en concreto sobre cómo la presencia del exoplaneta está ampliando la actividad magnética de la estrella a la que orbita.

En el trabajo que ahora ha presentado ha contado con la colaboración de los profesores de la Complutense Elisa de Castro y Manuel Cornide; de Guillem Anglada, del Carnegie Institution de Washington; de Maricruz Gálvez y John Barnes, de la Universidad de Hertfordshire; y de Stephen Kane, del Instituto de Exoplanetas de la NASA.

Aterrizaje en Puerto Príncipe, la ciudad del caos


Un sol ardiente ilumina Puerto Príncipe y el panorama aéreo de la capital haitiana es engañoso. Después de una hora y media sobrevolando el cielo de Puerto Príncipe la situación es de caos absoluto.

Desde el aire la ciudad parece tranquila, como dormida. En los espacios públicos, parques, explanada e incluso en el estadio de fútbol americano se agolpan miles de personas. Los puntitos de colores (la ropa de los supervivientes) resaltan entre el monótono gris del hormigón derrumbado.

Entre tanta destrucción, son pocos los edificios que quedan en pie y no se ven vehículos circulando por las calles. No quedan muchos focos de incendio, tan sólo uno al lado del 'Campo de Marte', muy cercano al mar Caribe y otros dos que resisten sus llamaradas a las afueras de la ciudad.

Varias fragatas hacen guardia frente a la costa, flotando en un mar azul celeste teñido de negro debido al petróleo derramado por algún depósito de combustible.

El espacio aéreo de Puerto Príncipe está saturado de avionetas, helicópteros y aviones de ayuda humanitaria. Todos quieren aterrizar en la única y pequeña pista. Mientras una extraña calma invade el aeropuerto y "sólo permiten aterrizar a vuelos de ayuda humanitaria".

Después de una hora sobrevolando los cielos, el pequeño vuelo 789 donde ha viajado el enviado de ELMUNDO.es ha conseguido aterrizar. En tierra, dos gigantes de las fuerzas de EEUU y de Bélgica desalojan a sus cooperantes y militares, y los bomberos franceses dan de comer a sus perros amaestrados.

Nadie pide papeles ni documentación, nadie controla absolutamente nada. La terminal está cerrada y la sensación entre los cientos de periodistas es la de sálvese quien pueda. Los cascos azules inundan el aeropuerto de Puerto Príncipe que resiste como puede encajonado entre montañas.

Mientras tanto, algún que otro haitiano deambula por la pista intentando arañar alguna ayuda de los efectivos que allí se encuentran.

jueves, 7 de enero de 2010

Un estudio apunta que las ondas del móvil podrían frenar el Alzheimer


Una investigación con ratones concluye que las ondas producidas por el teléfono móvil evitan la creación de una de las proteínas que provoca Alzheimer.

Las ondas del teléfono móvil podrían proteger contra el Alzheimer e incluso revertir la enfermedad, según una investigación con ratones de la Universidad del Sur de Florida publicada este miércoles que, junto con otros dos estudios conocidos el mismo día, ofrecen una nueva esperanza contra este mal neurológico.

Los otros informes destacan respectivamente el desarrollo de fármacos contra enzimas específicas para su tratamiento y el diseño de un escáner cerebral para detectar la enfermedad en gente joven y sana.

Según científicos de la Universidad de la Florida, en experimentos con un centenar de ratones se demostró que la exposición a las ondas electromagnéticas del aparato puede proteger y hasta revertir los síntomas del Alzheimer. El trabajo ha sido publicado por la revista 'Journal of Alzheimer Disease'.

"Nos sorprendió descubrir que la exposición al teléfono móvil protegió la memoria de ratones que de otra forma habrían estado condenados al Alzheimer", indicó Gary Arendash, profesor del centro de investigaciones.

"Pero lo más asombroso fue constatar que las ondas electromagnéticas de los teléfonos móviles revertían el desequilibrio en la memoria de los ratones", añadió.

Los científicos explicaron que, en los roedores, las ondas eliminaban y prevenían la formación de las capas de proteína beta amiloide características de la enfermedad.

Tecnología para 'obligar' al cerebro a desvelar todos sus secretos


Luz para estimular neuronas, marcadores biológicos que rastrean el Alzheimer y técnicas que 'fotografían' el sistema nervioso en acción. ¿se avecina una era de grandes descubrimientos?

Los neurocientíficos se exprimen al máximo el órgano cuyo funcionamiento quieren desentrañar y buscan métodos de investigación que les revelen las verdades que el cerebro se resiste a contarles. Los resultados de tanto esfuerzo van emergiendo y, al menos para los profanos en la materia, algunos avances resultan espectaculares. La revista 'Science' dedicaba recientemente un suplemento especial a las herramientas y las corrientes de investigación más prometedoras. Basten unos cuantos ejemplos:

El lugar de la memoria. ¿Los recuerdos se guardan de forma aleatoria o existen mecanismos específicos que determinan a qué lugar va a parar cada pedazo de memoria dentro de una red neuronal? Los últimos hallazgos se inclinan por la segunda opción. Por otro lado, se cree que existe un proceso de competencia que mantiene constante el número de neuronas que codifican cada recuerdo. Así, si se produce la muerte de algunas de esas células, inmediatamente surgen otras que las sustituyen, evitando que se pierda el valioso contenido que atesoran. Este campo de estudio puede ayudar a entender mejor las patologías relacionadas con la memoria.

Neuroimagen. Tecnologías como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) o la Resonancia Magnética (RM) funcional han permitido trazar un mapa de las áreas cerebrales y clasificarlas según su funcionalidad y las conexiones que establecen entre sí. Estas técnicas sirven para visualizar las distintas zonas que se activan con la realización de una tarea determinada, así como para observar los daños que causan las enfermedades neurodegenerativas o la esquizofrenia.

Biomarcadores. Los fármacos actualmente disponibles frente al Alzheimer proporcionan mejoras muy modestas de la memoria. Las compañías y grupos de investigación interesados en desarrollar nuevas armas terapéuticas tienen que superar un escollo importante: no existen procedimientos que permitan diagnosticar el trastorno con plenas garantías. Tan sólo puede hacerse mediante estudios post mortem. Por eso, en un ensayo clínico con 1.000 participantes, lo más probable es que al menos un 10% no tenga la patología.

En estas condiciones, probar la eficacia de un medicamento se hace muy cuesta arriba. Por eso, los neurocientíficos se han volcado en el desarrollo de biomarcadores que determinen de forma más exacta quién está afectado. De paso, los frutos de estos análisis pueden aportar las claves para detectar el problema en sus etapas iniciales, es decir, antes de que un deterioro cognitivo leve se convierta en una demencia. El líquido cefalorraquídeo, que baña el cerebro y la médula espinal, es una de las posibles fuentes de información. Se ha observado que en los enfermos de Alzheimer este fluido contiene menores niveles de una proteína implicada en el desarrollo de la dolencia.

El poder de la luz. La combinación de elementos ópticos y genéticos ha dado lugar a la denominada optogenética. Se trata de dispositivos que sirven para controlar la función de grupos de células. Se emplean en animales modificados genéticamente para que algunas de sus neuronas (las que más interesen en cada estudio concreto) se estimulen cuando se aplica luz. Este sistema permite, entre otras cosas, manipular el comportamiento sin emplear técnicas invasivas.

Grandes descubrimientos
Todas estas líneas de trabajo –y muchas otras igualmente apasionantes– están ampliando los horizontes neurocientíficos. Ha habido grandes descubrimientos y el futuro vendrá cargado de novedades. ¿Es más lo que se ha avanzado o lo que queda por recorrer? En opinión de Ignacio Torres, director del Instituto Cajal de Madrid, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), "tenemos mucha información en forma de parches, pero no una visión global".

Por ejemplo, se ha desentrañado el funcionamiento de las capacidades sensoriales y se han sentado las bases celulares del aprendizaje y la memoria. Ahora bien, cuando se trata de describir estos procesos en su conjunto, las certezas disminuyen. ¿La memoria se distribuye por todo el cerebro o sólo se localiza en una zona?

Torres cree que "hace falta una teoría del todo como la que persiguen los físicos". No obstante, no cree que se vaya a generar en un futuro próximo. "Ellos la encontrarán antes; están más avanzados que nosotros", asevera.

El director del Instituto de Neurociencias de Alicante (dependiente del CSIC y de la Universidad Miguel Hernández), Juan Lerma, asegura que "queda todo por descubrir". Aclara, no obstante, que "es mucho lo que se sabe". El sistema nervioso central constituye, según explica, "uno de los órganos más difíciles de estudiar". Por eso, el experto considera que "el cerebro sigue siendo un gran desconocido".

Se han estudiado las distintas partes a nivel celular y uno de los siguientes pasos será abordado por el proyecto conectoma, que viene a ser el equivalente en neurociencias de la secuenciación del genoma humano. El objetivo es averiguar cómo se comunican las neuronas. Para ello, las técnicas de biología molecular constituyen la mejor herramienta.

Otro gran desafío son las patologías neurodegenerativas. En el caso del Alzheimer, el escaso efecto de los fármacos diseñados para tratarlo ha elevado a la categoría de urgente el conocimiento de los mecanismos que lo desencadenan. Incluso, se están poniendo en duda algunas de las nociones que se daban por asentadas. Una de las teorías que cuenta con un número creciente de partidarios es la metabólica, según la cual estas dolencias se deben a una falta de aporte energético.

Hallazgo de los cuadrúpedos más primitivos


Un equipo de paleontólogos ha descubierto en unas montañas de Polonia las huellas fosilizadas de tetrápodos más antiguas encontradas hasta ahora. Serían, según los investigadores, las pisadas más primitivas de un vertebrado que, en la historia de la evolución, se consideran el grupo de transición entre los peces y los animalse terrestres de cuatro patas.

Las huellas fósiles fueron encontradas por el el equipo dirigido por Per Ahlberg, de la Universidad de Uppsala (Suecia), en los montañas Holy Cross, al sureste de Polonia, un yacimiento que tiene una completa secuencia marina del Devónico Medio. Según su datación, quedaron impresas hace 395 millones de años, 18 millones más que las fósiles de tetrápodos más antiguos encontrados, según publican en la revista Nature esta semana.

Las huellas fosilizadas se encuentran en numerosos rastros de huellas de diferentes tamaños y caracteristicas proque pertenecen a diferentes especímenes. Algunas, que están aisladas, son de 15 centímetros de ancho, lo que, según los expertos, indica que eran tetrápodos de unos 2.5 metros de longitud, pero también las hay de 26 centímetros. Los rastros presentan huellas muy claras de patas anteriores y posteriores e indican que los tetrápodos en cuestión no arrastraban el cuerpo.

Las impliacciones del hallazgo son importantes porque cuestionan la hipótesis reinante sobre cómo se produjo la evolución de los peces a los vertebrados con patas.

Hasta ahora, como explica el biólogo Philippe Janvier en 'Nature', se pensaba que los tetrápodos habían evolucionado de los peces, como demuestra la existencia de fóiles de los elpistostégidos, unos grandes ejemplares marinos que tenían cabeza y cuerpo de tetrápodos, pero conservaban muchas características de los peces como aletas pares en lugar de manos y pies.

En el 2006, el científico Edward Daeschler descubrió un fósil de un elpistostégido llamado 'Tiktaalik' que tenía ya adaptaciones para la vida terrestre y que se consideraba el intermedio entre los peces y los anfibios.

Sin embargo, las huellas descubiertas en Polonia son diez millones de años más antiguas que los fósiles de elpistostégidos más viejos encontrados hasta ahora, por lo que los científicos sospechan que no fueron una etapa de transición, sino que hubo un periodo de tiempo duarnte el cual miembros de ambos grupos debieron estar presentes, aunque aún no se han encontrado los fósiles.